Roma,
2015, tras una larga mañana de junio paseando por la ciudad, al fin
llegamos al edificio que más ansía tenía de ver, el Panteón de Agripa. No sabría explicar que es lo que más me gusta del edificio,
ni tan siquiera el por qué, pero desde hace algunos años he sentido
un gran aprecio por él. Tanto deseaba verlo, que al llegar a la
“Piazza della rotonda” me quede sin palabras, se podrían decir
dos razones a mi reacción, en primer lugar no me podía creer que
realmente estuviera allí y en segundo, me asombró su gran magnitud
y la manera en la que encajaba en la plaza. Una vez en la cola de entrada
mis nervios aumentaban, hasta que al fin pude ver su interior, como
era de esperar no me decepcionó. La gran cúpula con el tragaluz que
jugaba con la luz del sol iluminando los lados de esta. Tanto me
encanto que no pude irme de roma sin una pequeña pintura de él. Sin duda este ha sido hasta ahora el edificio que mas me ha marcado.
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